Hace unos diez años, 1999, un venerable anciano llamado Elia Kazan recibía un Oscar honorífico por su trayectoria cinematográfica. Lo que se suponía que era un motivo de celebración y reconocimiento a un grande de Hollywood, se convirtió en uno de los actos que más división crearón a lo largo de la historia de los Oscar. La razón era que un sector importante de Hollywood seguía viendo en el señor Kazan al delator que no dudó en dar nombres de compañeros de profesión ante el Comité de Actividades Antiamericanas (House Un-American Activities Committee, en inglés).
Gran parte de la opinión general considera que, los acontecimientos ligados a la investigación del Comité de actividades Antiamericanas , forman parte de uno de los capítulos más oscuros de la sociedad norteamericana del siglo XX. Su andadura vino fomentada por varios factores: Anticomunismo, inicio de la Guerra Fría, Guerra de Corea, desarrollo nuclear de ambas potencias. Una receta perfecta para buscar los fantasmas en el propio hogar.
El Comité surgió supuestamente para investigar el fascismo americano, pero a raíz de la entrada de congresistas más conservadores, orientó sus pasos hacia la búsqueda de la acción comunista en los Estados Unidos. La llegada de la Segunda Guerra Mundial relajó sus esfuerzos ya que hubo una alianza entre americanos y rusos en la lucha contra la Alemania nazi. Pero, terminada la guerra, sus actividades sufrieron un repunte y dirigieron sus miras hacia la meca del cine dada la importante presencia de la izquierda americana dentro de la comunidad fílmica.
Para ser justos con los acontecimientos hay que decir que el Comité siempre actuó tras investigaciones previas de un FBI capitaneado por J. Edgar Hoover, líder incuestinable en la lucha anticomunista. Por ello muchos investigadores consideran que los perseguidos eran o habían sido simpatizantes de la causa comunista. Lo que habría que analizar son los métodos usados por el FBI, y en muchos casos reutilizados por el Comité, basados en su mayoría en la denuncia anónima de terceras personas sobre otras. Y también es evaluable si el fin último del Comité, la limpieza ideológica, es o no reprochable.
La actividad del Comité se expandió a todos los ámbitos de la sociedad americana. Muchas personas perdieron su trabajo tras haber sido acusados de pertenencia o simpatía hacia el comunismo. Médicos, periodistas, trabajadores en general eran puestos en la picota e inmediatamente después se les hacía el vacío social. Pero esto resultaba poco espectacular y es ahí donde entra en juego la investigación en Hollywood. Que un nombre famoso fuera señalado con el dedo acusador era una publicidad excelente y generaba el impacto que se buscaba en el mensaje de repulsa que pretendía el Comité.
La fuerza de dicho Comité se basaba en las actuaciones judiciales que se venían dando por la época. Se había acusado al Partido Comunista americano de conspiración criminal para acabar con el gobierno de los Estados Unidos, las empresas violaban constantemente las libertades individuales de sus trabajadores al preguntarles por su condición política... Un largo etcétera de fallos constitucionales que dotarían de poder a la labor tanto del FBI como del Comité de Actividades Antiamericanas. Los empresarios, jueces y políticos de la época no querían salir en las portadas de los periódicos como protectores del comunismo americano, por ello acataron y cumplieron con las directrices de la paranoia nacional.
Los estudios de cine comenzaron a despedir a personas sospechosas. Pidieron a sus estrellas declaraciones en las que se asegurara que no tenían nada que ver con actividades comunistas. Si un nombre salía a la luz en las vistas del Comité, automáticamente esa persona era apartada de su trabajo. Lo que estaba claro era que los magnates de la industria cinematográfica no podían permitirse ser considerados blandos con la causa anticomunista y por ello decidieron atajar el problema de raíz como medio para salvar sus negocios.
Los primeros mártires, lo quisieran así o no, fueron los conocidos como los Diez de Hollywood. Diez personas, en su mayoría guionistas, fueron acusadas de desacato al Congreso en 1947 por negarse a contestar a las preguntas del Comité. Consideraban dichas preguntas como anticonstitucionales y por ello decidieron no responder. Fueron ellos los primeros desposeídos y apartados de la industria. Sus nombres formaron parte de la primera lista negra de Hollywood: John Howard Lawson, Dalton Trumbo, Albert Maltz, Alvah Bessie, Samuel Ornintz, Herbert Biberman, Ring Lardner Jr. y Lester Cole, Adrian Scott y Edward Dmytryk.
Pero no todo eran negativas al Comité. Había otro sector de Hollywood que deseaba colaborar con la causa, bien por salvar su empleo o bien por afinidad ideológica. Conocidos son los casos de Gary Cooper y Ronald Reagan.
McCarthy llegó a la escena a principios de los 50 y con él llegó la actividad más fiera del Comité.
Gracias a sus esfuerzos acojerse a la V Enmienda (el derecho a la no autoincriminación) para no responder a la cuestión con que titulamos este artículo era considerado como prueba de estar incriminado en actividades comunistas. Y es en este periodo donde aparece la acusación de Elia Kazan. Sus motivos tendría el genial director para delatar a compañeros suyos de pertenencia al Partido comunista americano, del que él mismo había sido miembro. El 10 de abril de 1952, en sesión pública, Kazan lanzó una serie de nombres de miembros o antiguos miembros del partido. Con dicha sesión su imagen se vería manchada durante mucho tiempo por una parte importante de sus compañeros de profesión. Kazan había sido del partido pero odiaba los métodos de dicho partido, por eso salió de él muchos años atrás. También se dice que los máximos directivos de la productora para la que trabajaba le habían obligado a declarar y denunciar a compañeros. Kazan sería considerado como el perfecto delator y muchos no olvidaron esa comparecencia.
La caza de Brujas en Hollywood es un tema apasionante que ha dado para escribir muchísimos libros e inspirar varias películas como Good Night and Good Luck (2005) de George Clooney, y gracias a la revisión de esa época se nos viene una pregunta a la mente...¿Puede volver a ocurrir algo parecido en un futuro? Nosotros esperamos que no.
Un saludo.
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